Roger Federer es una de las marcas personales más fuertes del mundo (no sólo para los deportes), y la misma está valorada en 37 millones de dólares al año. A su vez, alcanzó la posición superior del Forbes Fab Top 40 y está afiliado con otras marcas de gran alcance como Nike, Wilson, Rolex, Mercedes-Benz, Credit Suisse y Moët & Chandon. Otro gran dato para entender este fenómeno, es que en 2011 (un año sin éxitos del suizo, con el circuito acaparado por Nadal y Djokovic en las citas importantes), el estudio “Leader Rep Track” reveló que Federer era la segunda personalidad más respetada y admirada de todo el mundo, sólo superada por Nelson Mandela.

¿Qué tiene Federer de especial?

“El gran Roger”, tal cual lo refleja uno de sus apodos, es más que un tenista, es una leyenda del tenis muy bien aprovechada a nivel de marketing. No es un fenómeno fácil de explicar, pero tiene algunos elementos que hacen relativamente posible esbozar el proceso por el cual un jugador mas del circuito de tenis se convirtió, de 2002 a 2005, en el deportista mejor pago del mundo.

En primer lugar, en 2003 emerge la figura de Roger, ante la necesidad de un tenista que eleve el circuito del tenis luego de Sampras y Agassi. Con un estilo muy ofensivo y atractivo para el público y un juego extraordinariamente completo, el suizo llegó a la gran escena en Wimbledon 2003 ganando su primer Gran Slam. En definitiva el mundo del tenis también lo necesitaba y solo en un año, había pasado de estar huérfano de un gran dominador a tener a uno de los jugadores más completos de la historia.

Según mi apreciación personal, aquí viene lo interesante. En ese contexto de una performance deportiva arrolladora, Federer supo cambiar su imagen y estilo personal para poder convertirse en la imagen de las grandes marcas. Hoy en día, “Su majestad”, es sinónimo de elegancia en la pista y fuera de ella. Un caballero con gran estilo y deportividad, alejado de los problemas o conflictos mediáticos. Sir Roger Federer, para la prensa. Pero esto no siempre fue así. El tenista de los años anteriores al éxito era un jugador con coleta y collar, que rompía raquetas y se enfadaba consigo mismo cuando fallaba. La transformación que sufrió en ese sentido fue muy adecuada para poder ser el gran embajador del tenis que ha sido luego y continua siendo en la actualidad.

Todo ello unido a sus muy necesarios e incontables triunfos ha permitido a Federer, el jugador más exitoso a nivel de títulos de la historia, firmar grandes acuerdos publicitarios con marcas que han retroalimentado esa imagen pública. Material deportivo, productos de aseo, coches de lujo, bancos, champán, chocolate. Nike, Gillette, Rolex, Mercedes-Benz, Wilson, National Suisse, Moet-Chandon, Lindt. son algunas de las firmas de primerísima línea a las que está asociado el tenista, que además creó hace cuatro años su propia agencia de representación (Team8), con el objeto de hallar talentos. Y es que todo aquello que toca Federer, asesorado desde hace años por Anna Wintour, la editora de Vogue, se traduce en verdadero oro. Según un estudio elaborado por la London School of Marketing, el año pasado facturó más de 55 millones por patrocinios.

Casado desde 2009, con dos parejas de hijos gemelos, lo que a su imagen de tenista de éxito le suma su capacidad para conciliarlo con su faceta familiar. En definitiva, Roger Federer lo tiene todo para ser mucho más que un atleta global que trasciende las fronteras de su país y del deporte. Razonablemente atractivo, agradable, sonriente, elegante, simpático, poliglota (habla a la perfección inglés, francés y alemán), oriundo de un pequeño país neutral sin enemigos como Suiza, embajador de UNICEF, con una Fundación con la que lleva a cabo proyectos de desarrollo en Sudáfrica desde muy joven (su madre es de allí) y una vida privada sin ningún escándalo.

Asimismo explota sus canales enfocado en mantener esa empatía con su publico objetivo y la gente que lo sigue y lo admira. Roger lleva a sus millones de fans a transitar por su vida, mostrándoles lo que está haciendo e incluso ha llegado a publicar sus pensamientos sobre los partidos o compartir su entrenamiento vía Periscope.

En fin, el éxito de imagen como marca personal del tenista oriundo de Basilea es innegable. En definitiva, no es un tenista. Es EL tenista. Todo un éxito de marca personal. A modo de conclusión, una marca personal es algo que construyes mientras haces tu trabajo. Es la forma en que tu público lo conoce. Tu marca personal puede inspirar admiración, amor y respeto, o puede socavar tu trabajo, hacer que a tu público objetivo le desagrade. Ser excelente en tu trabajo no basta sólo con serlo sobre el trabajo. También se trata de la persona, de quién eres como ser humano y los valores que proyectas. Tu marca personal importa.

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